jueves, 11 de octubre de 2012

A UN GRAN COMPAÑERO





Sentado en la barra de un bar observando el movimiento de un equipo de profesionales luchando por un servicio digno del cliente. Vienen y van sin dejar atrás ni siquiera el más mínimo detalle, cortesía, amabilidad y por supuesto la más fina hostelería. Vajillas y cuberterías adornan sus manos a la salida de cada plato, mantelerías cubren las mesas esperando ser acariciadas por los entrantes  que esperan los clientes, cuchillo y tenedor relucen frente al comensal esperando trinchar esa carne al gusto del consumidor. Convoy adorna el centro de la mesa después de haber bañado esa ensalada florecida en un bol con aromas de trufa y pétalos de rosa. Peanas de copas pisan el mantel mientras miran esa botella que va ha ser descorchada mientras un lito se desliza por su cuello para evitar el goteo. Fusión de enseres de hostelería danzando al compas de los pasos del profesional que los maneja, toda una obra de arte contemplada desde la barra del bar haciéndome sentir como el mejor espectador.

En este pequeño texto expreso de la mejor forma posible lo maravilloso que es el mundo de la hostelería  en el cual aprendemos cosas nuevas todos los días,  donde se ve el trabajo en equipo y como dice mi amigo Pepe; “más valen dos heridos que un muerto”.



Eduardo Portillo Fernández ©.

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