VER PARA CREER
Después de casi una año buscando trabajo, cansado de dar
vueltas de bar en bar, entregando currículum y viendo como lo tiran sin apenas
mirarlo, antes de salir por la puerta.
Recibí una llamada de una persona
interesada para que trabajase en su local, una vez hecha la entrevista y
pactada por ambas partes las condiciones me dicen el día que me incorporo.
La verdad sea dicha, ha sido el lugar en el que mejor me he encontrado,
ya que se cumplían todas las condiciones pactadas. Pasaban los meses y no me
cansaba de decir lo bien que me encontraba, tenía tiempo para estar con la
familia, eran puntuales a la hora de pagar, cumplían con todo lo que el
convenio de hostelería determina y me hacían sentir un profesional en mi
trabajo.
Un día, por medio de un conocido me ofrecieron cambiar de
trabajo y las condiciones parecían bastante interesantes, yo solamente buscaba
poder dar a los míos una mejor calidad de vida, y fue lo que me impulsó a no
pensármelo ni un momento y a decidirme por cambiar de trabajo.
El día de la entrevista con el gerente del nuevo bar hablamos
para poder llegar a un acuerdo, las condiciones parecían ser muy adecuadas a
mis necesidades, yo recalqué que me interesaba pero tuve que poner una
condición, que muy pronto iba a ser papá de nuevo y no quería que fuese ningún
problema a la hora del parto para poder estar con ellos.
Pasaban los días y cuando más se iba acercando la fecha,
volvía a repetirlo una y otra vez al encargado del local, y él mismo me decía
que no me preocupase, que cuando llegase la fecha disfrutaría de lo que me
correspondía. Una mañana llamé a la gestoría que lleva todas los temas de la
empresa para que me informase de todos mis derechos con respecto a la
paternidad para hacer lo correcto y no tener ningún problema.
En la mañana del 19 de Enero de 2011, antes de irme a
trabajar, ya intuía que muy pronto iba a
nacer mi hijo. Cuando llegué al trabajo avisé que pronto seria el momento del
parto y en cuanto me llamaran me iría, en el instante, hacia el hospital.
Eran las 23 horas de ese mismo día, cuando me llamó mi madre
avisándome que ya estaban en el hospital. Seguidamente me monté en mi moto y
fui a reunirme con ellos rápidamente.
Estuve toda la noche con mi pareja apoyándola en todo momento,
y sobre las 1 de la mañana cuando me dijo el médico que ya era cuestión de
horas, le mandé un mensaje a mi jefe para no llamarlo tan tarde, avisándole que
mi pareja estaba de parto y que al día siguiente no podría incorporarme en mi
trabajo.
A las 15:15 del día siguiente nació mi pequeño Eduardo y fue
cuando empecé a disfrutar mis días de
paternidad, dos que me daba la empresa y trece que me corresponden por ley.
Decidí coger los días que me pertenecían desde el mismo día en que nació, para
poder disfrutar junto a los míos de esos días tan maravillosos.
Pasado mi permiso paternal volví de nuevo al trabajo, y que
sorpresa la mía cuando el trato de mi jefe hacia mi note que no era el mismo, ya
no era el amable camarero, ni el buen trabajador. Todo ello por haber
disfrutado los días que me correspondían, sin más.
Una semana después y a media noche, antes de marcharme a casa se acercó mi jefe a
mí y me dijo: ¡¡mañana coges una semana de vacaciones!!. Yo sabía lo que
ocurría y me marché a casa pensando en lo que pronto iba a ocurrir.
A mediados de la semana sonó mi teléfono, era mi jefe el que
me llamaba diciéndome que la cosa estaba floja de trabajo y que iba a
prescindir de mí, pero que contaría conmigo para días sueltos.
No fue una semana de vacaciones sino vacaciones indefinidas por
haber cogido los días de paternidad, puesto que decía que lo tenía que haber hecho
de otra forma, y digo yo, ¿de qué forma? ¿coger dos días, y los demás regalárselos
a él, verdad?. ¡Qué estafa!!, que manera de engañar a las personas, no solo me
echaron de mi puesto de trabajo sino que me fui del sitio donde tan bien me
encontraba por una mejora de trabajo, puesto que deje bien claro antes de
comenzar en este nuevo que iba a ser papá, y escuchando de la boca del propio
jefe que me ha echado, que no habría ningún problema. Qué manera de engañar a
personas humildes, ¿qué se creen estos empresarios? ¿qué son más que nosotros?. Pues es lo que hay, y
así seguirán, haciéndoselo a miles de personas, ¿y sabéis qué?, que les sigue
yendo bien los negocios, porque mientras le roban a algunos, otros se hacen
ricos. Y como dijo Joaquín Carrizosa Gutiérrez: “no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita”. Y nosotros somos
así señores, tiesos pero con estilo!!.
Eduardo Portillo Fernández ©.