jueves, 29 de noviembre de 2012

LA VERDAD QUE NO SE DICE

UNA VERDAD QUE POCOS TIENEN VALOR DE HABLAR

En una situación de crisis como la actual empiezan a multiplicarse los casos de empresas, que por distintos motivos dejan de pagar a sus empleados. ¿Qué se puede hacer? ¿Cómo se puede afrontar esta situación? El Estatuto de los Trabajadores establece que todo trabajador tiene derecho a la percepción puntual de la remuneración pactada o legalmente establecida, tanto por escrito o verbalmente, este último para los sin contratos. En caso de no percibirla, lo que más desearíamos sería agarrar por el cuello a más de uno y ya verían como los días 30 estarían liquidados todos los empleados, pero como vamos de tontos por conservar un puesto de trabajo no nos queda otra que esperar…… pero cuidado que no nos tomen el pelo que a continuación lo dice clarito.

 El salario o la totalidad de las percepciones económicas de los trabajadores se abonará en dinero o en especie, constituye la contraprestación del empresario por el trabajo que realiza un empleado. A este respecto, el artículo 29 del Estatuto de los Trabajadores indica que el período de tiempo a que se refiere el abono de las retribuciones periódicas y regulares no puede exceder de un mes. Por supuesto, el abono podrá realizarse fraccionadamente en periodos de tiempo inferiores, de forma que podría hablarse así de un salario diario, quincenal o semanal, pero algunos empresarios mangantes que van de ricachones no hacen ni eso. El pago debe realizarse en el lugar y forma que se haya estipulado, ya en el contrato, ya en documento aparte, e incluso verbalmente. Si nada de ello se hubiese acordado, la liquidación y pago se realizarán con arreglo a los usos y costumbres o normas no escritas.

Queda clarito no?
Todo lo he contado es tal y como me está pasando a mí  y a muchos compañeros y conocidos mios ahora mismo. Que cara se les quedaría a esos vividores que tienen así a sus empleados si fuesen publicados en redes sociales? Así todo el mundo sabría sus nombres y apellidos y verían quienes son esos que van por la vida de ricachones cuando le deberían de dar las gracias a esos empleados por gastar sus sueldos en poner un nombre y un caché a sus Restaurantes que les viene grande. !!!!Venga!!!! Que hablen los que se sientan aludidos.

miércoles, 24 de octubre de 2012

YA NADA ES LO QUE ERA



 
YA NADA ES LO QUE  ERA




¿Dónde están esas viejas costumbres  que nuestros padres conocieron en los bares?.

Esas costumbre que nos hizo destacar a los hosteleros de muchas de las profesiones. Antiguamente no existían las cartas, era el mismo camarero el que recitaba de una forma espectacular toda la variedad de tapas. Ya se han cambiado eso por cartas plastificadas y carteles donde se anuncian las tapas que podemos degustar.

Al  igual que las comandas donde el camarero anota el pedido .Cada vez más se están  perdiendo las viejas costumbres y se están cambiando por la conocida PDA y la pantalla táctil.

Y eso por no hablar de la tiza con la que el tabernero apuntaba en la barra de metal el precio de lo que el cliente pedía,  ahí sí que salían las cuentas claras, no había problemas a la hora de pagar, los clientes tan sólo hacían caso a la cantidad que le decía el camarero y pagaban  sin rechistar. Buenos momentos aquellos,  para haberlos vividos, momentos que día a día se han ido perdiendo y nunca volverán.

Ya no es lo que era, pero luchamos los mismos trabajadores para que no se pierdan muchas costumbres , costumbres tan bonitas que tan solo he conocido de oído, pero que no me gustaría que desapareciesen por completo, y la próxima generación la recuerde como la recuerdo yo y luchen porque esa tiza que pintaba la barra o ese camarero recitando las tapas, ese que utilizaba las comandas de toda la vida.

 Libreta y bolígrafo en mano para escribir un sin fin de tapas, para que el cliente nunca olvide los cimientos de  una hostelería que arrasa por donde pasa, una reliquia entre las miles de profesiones. Como dice un gran amigo y compañero de profesión:  “dónde se dejó esa vieja escuela..”.

 

 

 

 

Eduardo Portillo Fernández ©.

 

VER PARA CREER





VER PARA CREER
 
 

Después de casi  una año buscando trabajo, cansado de dar vueltas de bar en bar, entregando currículum y viendo como lo tiran sin apenas mirarlo, antes de salir por la puerta.

Recibí una llamada de una persona interesada para que trabajase en su local, una vez hecha la entrevista y pactada por ambas partes las condiciones me dicen el día que me incorporo.

La verdad sea dicha, ha sido el lugar en el que mejor me he encontrado, ya que se cumplían todas las condiciones pactadas. Pasaban los meses y no me cansaba de decir lo bien que me encontraba, tenía tiempo para estar con la familia, eran puntuales a la hora de pagar, cumplían con todo lo que el convenio de hostelería determina y me hacían sentir un profesional en mi trabajo.

Un día, por medio de un conocido me ofrecieron cambiar de trabajo y las condiciones parecían bastante interesantes, yo solamente buscaba poder dar a los míos una mejor calidad de vida, y fue lo que me impulsó a no pensármelo ni un momento y a decidirme por cambiar de trabajo.

El día de la entrevista con el gerente del nuevo bar hablamos para poder llegar a un acuerdo, las condiciones parecían ser muy adecuadas a mis necesidades, yo recalqué que me interesaba pero tuve que poner una condición, que muy pronto iba a ser papá de nuevo y no quería que fuese ningún problema a la hora del parto para poder estar con ellos.

Pasaban los días y cuando más se iba acercando la fecha, volvía a repetirlo una y otra vez al encargado del local, y él mismo me decía que no me preocupase, que cuando llegase la fecha disfrutaría de lo que me correspondía. Una mañana llamé a la gestoría que lleva todas los temas de la empresa para que me informase de todos mis derechos con respecto a la paternidad para hacer lo correcto y no tener ningún problema.

En la mañana del 19 de Enero de 2011, antes de irme a trabajar,  ya intuía que muy pronto iba a nacer mi hijo. Cuando llegué al trabajo avisé que pronto seria el momento del parto y en cuanto me llamaran me iría, en el instante, hacia el hospital.

Eran las 23 horas de ese mismo día, cuando me llamó mi madre avisándome que ya estaban en el hospital. Seguidamente me monté en mi moto y fui a reunirme con ellos rápidamente.

Estuve toda la noche con mi pareja apoyándola en todo momento, y sobre las 1 de la mañana cuando me dijo el médico que ya era cuestión de horas, le mandé un mensaje a mi jefe para no llamarlo tan tarde, avisándole que mi pareja estaba de parto y que al día siguiente no podría incorporarme en mi trabajo.

A las 15:15 del día siguiente nació mi pequeño Eduardo y fue cuando empecé a disfrutar  mis días de paternidad, dos que me daba la empresa y trece que me corresponden por ley. Decidí coger los días que me pertenecían desde el mismo día en que nació, para poder disfrutar junto a los míos de esos días tan maravillosos.

Pasado mi permiso paternal volví de nuevo al trabajo, y que sorpresa la mía cuando el trato de mi jefe hacia mi note que no era el mismo, ya no era el amable camarero, ni el buen trabajador. Todo ello por haber disfrutado los días que me correspondían, sin más.

Una semana después y a media noche,  antes de marcharme a casa se acercó mi jefe a mí y me dijo: ¡¡mañana coges una semana de vacaciones!!. Yo sabía lo que ocurría y me marché a casa pensando en lo que pronto iba a ocurrir.

A mediados de la semana sonó mi teléfono, era mi jefe el que me llamaba diciéndome que la cosa estaba floja de trabajo y que iba a prescindir de mí, pero que contaría conmigo para días sueltos.

No fue una semana de vacaciones sino vacaciones indefinidas por haber cogido los días de paternidad, puesto que decía que lo tenía que haber hecho de otra forma, y digo yo, ¿de qué forma? ¿coger dos días, y los demás regalárselos a él, verdad?. ¡Qué estafa!!, que manera de engañar a las personas, no solo me echaron de mi puesto de trabajo sino que me fui del sitio donde tan bien me encontraba por una mejora de trabajo, puesto que deje bien claro antes de comenzar en este nuevo que iba a ser papá, y escuchando de la boca del propio jefe que me ha echado, que no habría ningún problema. Qué manera de engañar a personas humildes, ¿qué se creen estos empresarios? ¿qué  son más que nosotros?. Pues es lo que hay, y así seguirán, haciéndoselo a miles de personas, ¿y sabéis qué?, que les sigue yendo bien los negocios, porque mientras le roban a algunos, otros se hacen ricos. Y como dijo Joaquín Carrizosa Gutiérrez: “no es más rico el que más tiene,  sino el que menos necesita”. Y nosotros somos así señores, tiesos pero con estilo!!.





Eduardo Portillo Fernández ©.


 

miércoles, 17 de octubre de 2012

LO QUE NO HACEMOS EN NUESTRA PROPIA CASA


 
 
Lo que no se hace en casa



¿Cómo se puede entrar en un bar sin dar las buenas tardes?  ¿Cuándo llegamos a casa entramos así? Son muchas las cosas que se hacen cuando entramos en cualquier sitio referente a la hostelería, se pasa al baño sin pedir permiso, y no es que sea necesario,  pero ante todo un poco de educación ¿no?.  ¿A caso cuando estamos en cualquier sitio no llamamos a la puerta para que nos cedan el paso? Es una cosa que nunca entenderé, estando en mi puesto de trabajo y atendiendo a mis clientes, veo como una persona pasa por delante de todo el mundo y pasa al baño sin dar ni los buenos días, un poquito de por favor señores, lo más normal es dirigirse al que en ese momento está en la sala y decirle con educación:  ¿Puedo pasar al baño?. A parte de darnos nuestro sitio se demuestra un respeto hacia nosotros.

Es igual que a la hora de dirigirse hacia nosotros, tenemos nombre y si no lo saben, con un cuando pueda por favor, basta para llamar nuestra atención.  ¿En casa llaman a su mujer con una palmada o un siseo? O cuando se trata que la comida tiene cualquier fallo, ¿no se puede decir en voz baja y con educación?  porque que yo recuerde jamás le dije a nadie en casa con feas palabras que la comida no me gusta o que lleve algo que no me agrade. Son cosas tan sencillas, y que cuestan tan poco trabajo, que parece que en nuestro sector los clientes se desahogan haciendo lo que no hacen en casa.

¿Qué camarero no ha visto apagar a un cliente  un cigarro en una taza de café o en un plato una vez terminada la comida? Porque antes de que entrara la ley del tabaco, era casi a diario cuando antes de meter las tazas en el lavavajillas tenía que quitar las colillas que estaban dentro de ella. Me gustaría que lo hiciesen en casa, haber la cara de esa ama de casa como sería, ¿y somos personas verdad? tan dentro de casa como fuera.

Con respecto a la nueva ley del tabaco,  no se puede fumar en los recintos cerrados porque nadie se atreve a encender un cigarro en una administración o dentro del hospital, por qué después de 3 o 4 copitas lo hacen dentro de un bar, ¿no es lo mismo? es un establecimiento cerrado, pero aquí, se hace todo lo que no se hace fuera sin tener en cuenta que nosotros, los camareros, somos trabajadores y no madres que han de recordar a sus niños lo que han de hacer o no.

Basta ya por favor!  respeten lo que no hacemos en casa, porque nadie pone el pie en la silla ni tira papeles al suelo, por no hablar cuando se va al baño, ¿o es que también en casa orinamos en el suelo?  Porque, por desgracia,  yo a diario paso la fregona para retirar el orín que hay en el suelo y para evitarlo basta con levantar la tapa, ¿y los papeles a la papelera? están puestas  para algo.

Nosotros tan solo nos limitamos a atender con nuestra mejor intenciones para dar un buen servicio y hacer sentirse bien al cliente ¿o tenemos que recibirlos a voces como más de uno nos llama a nosotros?, se miden a las personas por lo que son y no por lo que tienen,  no por ir con chaquetilla y pajarita somos sirvientes, sino profesionales de nuestra profesión.





Eduardo Portillo Fernández ©.




 

MANÍAS


 

LAS MANÍAS

 
 
¿Qué decir de las manías que tenemos que satisfacer  de  los clientes del bar diariamente?

Un sinfín de ellas que a veces nunca llegamos a entender. Puede comenzar desde la forma en servir el vino, el vaso  en que ponemos un cubata, la comida que nos piden y la bebida que vayan a tomar.

Cada persona es un mundo y cada una de ellas tiene manías que nos tocan atender.

¿Cómo acertar con el gusto o con la manera que quieren, lo que les ofrecemos?

Mil preguntas que nos hacemos a cada instante, para hacerlos sentirse cómodos, como en casa.

Un montadito sin mayonesa, un filete poco hecho o en su punto, la salsa a aparte… una lista de gustos,  que nosotros los dependientes, no sabemos sobre ellos, aunque ellos te exigen que lo debas saber.

Y yo me pregunto,  ¿por qué un tinto de verano se suele pedir más en verano que en invierno? ¿o una copa de manzanilla se pide más en feria que en el resto del año?... Son costumbres propias que nosotros mismos vemos día a día, costumbres que muchas veces nos vuelven locos,  porque sobre gustos no hay nada escrito y si alguien lo escribió olvido darnos a nosotros, los camareros,  un manual para acertar con ellos.

Igual lo podemos observar con la cerveza Cruzcampo, cerveza de nuestra tierra y deseada  por los cerveceros. En muchos locales carecen de esta marca puesto que hay otras que por promocionarlas, le dan ayudas a los empresarios a la hora de abrir un negocio.

Es por ello por lo que el cliente muchas veces recalca que si no es Cruzcampo no la quieren sin dar ni la más mínima oportunidad de probar cualquier otra cerveza  para dar el visto bueno, y sin embargo en muchísimas ocasiones se beben la que les pongamos creyendo que es la que tanto desean, ¿dónde está el gusto entonces? ¿se pierde a partir de la segunda copita?.

Sean flexibles con los gustos que a la hora de salir a la calle no todo es como en casa, ¿o es que en nuestra casa hacemos lo mismo?.

A la hora del cubata un poco más de lo mismo, de toda la vida se han servido las copas en vasos long drink, vasos de tubo para el que no lo sepa, y sin embargo, ahora está la moda del vaso ancho. ¿Qué diferencia podemos encontrar entre uno u otro? ¿Más capacidad? Porque tanto el alcohol que se sirve como el refresco que le acompaña son los mismos. Sí tendríamos   que destacar que lleva el doble de hielo, por lo que la copa está más aguada.

Simplemente manías , ¿o es que nadie se ha tomado en casa un cubata en un vaso de café?

En fin, un mundo de manías que tenemos que atender día a día y en muchas ocasiones poco agradecidas.







Eduardo Portillo Fernández ©.


LA INVITACIÓN




LA INVITACIÓN




¿Qué diferencia hay cuando nos piden una cerveza y la cobramos en el mismo momento que la piden o  la invitamos? Es una pegunta que me he hecho más de una vez y nunca he llegado a comprender que diferencia tan grande hay de una a otra.

Debería ser lo mismo porque la intención de invitar no es caer mejor o peor simplemente una manera de tratar bien al cliente por su constancia en el lugar donde nos encontramos trabajando. Nosotros lo hacemos y lo vemos así, pero el cliente lo toma como una obligación cuando lo hacemos.

Es más, él trato que recibimos cuando invitamos es totalmente diferente cuando no lo hacemos, hasta somos buena gente sin conocernos y todo ¿por qué? ¿por una invitación? ¿Es lo que valemos entonces, no? Es la misma situación cuando se tienen amigos de carteras, ese amigo que va sobrado de dinero, que invita y que puede hacerlo. ¿Pero qué pasa cuando no pueda? El mejor ejemplo lo dijo El Barrio en una canción:


Tengo un amigo,
amigo de cualquiera,
tengo un amigo
que se llama cartera
tengo un amigo
tan pobre y embustero
que se hace fiel amigo
cuando usted tiene dinero.


Qué verdad tan grande y que pena el ser así, es una cosa que se puede ver a diario, yo mismo lo he vivido en mis propias carnes. En tiempos buenos económicamente cuando entraba en un pub a tomar algo me sobraban las amistades o mejor dicho los conocidos, por aquel entonces me sentía arropado y acompañado por muchas personas, pero en tiempo difíciles es cuando se ve la realidad, quién te sigue tratando por quien eres y no por lo que tienes, es ahí el ejemplo de cuando invitamos o no.


Ser amables siempre, que no cuesta nada. Por una simple invitación no somos más profesionales o más agradables, somos los mismos que os atendemos a diario. Pobre del hombre que se mide por su clase y a penas sabe que en esta vida, tarde o temprano todos vamos al mismo sitio, donde no existe la grandeza ni la pobreza, sino la simple igualdad.


 “Si la vida es un tablero de ajedrez, si tu quieres ser el rey, yo prefiero ser el peón. Con los años se termina la partida y dormimos los dos en el mismo cajón”.   El Barrio.



Eduardo Portillo Fernández ©.
 
 
 
 
 

¿PARA COMER?


 
¿Para comer?


¿Para comer?, pregunta típica que hacemos cuando vemos entrar un cliente en el establecimiento que nos encontramos trabajando. Lo curioso, es cuando nos contestan que si, pasan a comer pero solo será un picoteo.

 Son tres los comensales que acompañamos a la mesa dispuesto a ese picoteo. Sin perder de vista sus trajes, barba perfilada, maletín y por supuesto reloj que llama la atención, ¿será Rolex, Bulgari, Hublot, Armani……? un sinfín de marcas que tan solo se mueve minutero y segundero, lo demás son agujas pegadas para dar el “queo”.  Lo que no saben es que nosotros  tenemos el mismo reloj en la muñeca  y no nos remangamos la camisa para vacilar de algo que no vale más de diez euros, aunque  ellos lo luzcan como si un reloj de 10.000 euros se tratase. No hace falta saber todo eso para conocer a un cliente, simplemente oírlo hablar o ver el trato que nos da, ahí es donde los conocemos realmente, sobre todo a la hora de pedir lo que deseen.

De los tres que sentamos, solo uno es la voz de mando, el que va de grande por la vida. Cuando nos disponemos a dar la carta a cada uno, el mismo señor se hace notar y dando un salto de la mesa  solo coge una,  levantando la voz dice: ¡¡Pido yo al centro!!. Así, evita que pidan platos excesivamente caros o algo que no esté del todo a  su gusto. Ensalada, revuelto y un solomillo trinchado, es lo que anotamos en la comanda mientras sugerimos: ¿algo más señores. Vuelve a decir dicho individuo: no si acabamos de desayunar prácticamente…. Es entonces cuando nosotros entre dientes nos reímos y nos damos la vuelta, sabiendo que no tienen hambre sino que están enmallaos.

 Mientras salen los platos y no, nos alerta  y nos dice una frase muy típica: ¿no tendrá unas olivitas o un aperitivo por ahí mientras vienen los platos?. Ah!!! ¿ Si no tenían hambre no?. Ahí  no queda la cosa, cuando sale el revuelto, nos pide una ronda nueva de pan igualmente que a la salida del último plato con el que rebañan hasta el perejil que lleva el plato de decoración. ¿Picoteo o comilona base de pan y aperitivos?.

No es ahí donde queda todo, porque a la hora de pedir la cuenta preguntan el por qué se les ha cobrado 1,50 por comensal.  No era el no tener hambre sino simplemente de aparentar algo que no son, recordemos que lo que hace ante todo a una persona es la humildad,  y en esta sociedad, muchos carecen de ella.
 
 
Eduardo Portillo Fernández ©.

 

 

 




viernes, 12 de octubre de 2012

¿CUÁNTO VALE LA PALABRA DEL EMPRESARIO?







LA FALSA PALABRA DE UN EMPRESARIO




Desde siempre he destacado mi palabra como hombre, como un contrato que firmo, cada vez que la doy no es  de boquilla sino de por vida.

¿Por qué no hacen lo mismo muchos empresarios con sus trabajadores? ¿por qué  nos prometen cosas que nunca se cumplen? ¿Es que ya la palabra de una persona no tiene valor? El compromiso al darla hay que cumplirlo a raja tabla, o pensar antes de darla en los acontecimientos que pueden llegar.

Como en más de una ocasión,  se comprometen a darnos trabajo y un buen día,  la palabra que nos dieron cambia por completo y nos mandan a la calle. ¿Con qué cara los miramos? ,o ¿de qué manera reaccionamos? ¿Nos tenemos que tomar la ley al pie de la letra?

Hagan algo por favor, que desde fuera todo se ve muy bonito,  y al igual que atendemos todas nuestras obligaciones tenemos que recibir lo que nos merecemos y lo que se habla desde el primer día de trabajo, hay que cumplirlo sin excusa alguna.

Si  ve que el negocio no va bien, hagan algo a tiempo y no dejen las cosas para última hora ya que los mal parados  siempre seamos nosotros.  Un  buen día, sin mediar palabra, no se puede dejar a toda una plantilla sin trabajo, y lo que es peor, sin lo que nos corresponde, sin lo que nos hemos ganado demostrando nuestra profesionalidad y nuestra lealtad hacia ellos, algo que no es recíproco. Todo por culpa de un empresario que se llena el bolsillo  gracias a unos trabajadores humildes que no tienen la culpa de nada.





Eduardo Portillo Fernández ©.

 

ENTERA DE YORK


ENTERA DE YORK

7 de la mañana, un día más subiendo la cancela de un bar, dormido, arropado por el calor de los motores de las cámaras. La barra atestada de platos simétricamente con cucharillas y sobres de azúcar, esperando al comensal que haga uso de ellos. Mantequillas, mermeladas y patés en un cesto de mimbre listos para untar, y en un rincón, un tostador a gas calentando calderas para tostar el pan al gusto del consumidor.

Primer cliente de la mañana, chaqueta, corbata y barba rasurada: una entera de york, por favor, café cortado y sacarina.
Puesta su tostada levanta la voz y sin apenas mostrar su respeto empieza las críticas sobre un desayuno que apenas cuesta 1,80, ¿tan poco vale nuestro trabajo?, ¿no se nos valora con la intención que lo ponemos?. Todo ha sido por presentar la tostada cortada a la mitad en vez de ponerla de una pieza. Agachando la cabeza y pidiendo disculpas volvemos a empezar y a medio trabajo el cliente se indigna y se marcha. Todo ello en medio de una multitud de personas  esperando poder desayunar. ¿Qué hemos de hacer para hacerlo bien? Uno se cree que cuando desayuna en la calle es como si se encontrase en su casa y nosotros los camareros intentamos que sea así, pero de nada vale porque nunca llegamos a acertar, no sabemos si toma azúcar o sacarina, si el café le gusta corto o largo, si la leche caliente o fría, en fin, un millón de preguntas para un simple desayuno.

A lo largo de la mañana, son muchos los clientes habituales que con tan solos mirarlos ya sabemos que café tomara y cómo le gusta la tostada, unos más amables que otros y aun  así algunos carecen del respeto hacia nosotros.

¿Me podrían explicar la cara de un cliente que va a desayunar todos los días al mismo sitio y se encuentra una mañana una cara no conocida detrás de la barra?, lo mira con cara de perdonarle la vida, y el pobre empleado perdido ante el pedido que le hace dicho individuo, le exige:

"¡Una tostada de las dos partes de debajo de un bollo, pasaditas y con manteca colorá!! Café descafeinado de máquina cortado con doble de azúcar", ¿Cómo entenderá el nuevo empleado este trabalenguas  si apenas ha entendido lo que le están pidiendo? ¿Por qué la cara de enfado del señor que lo pide? si ni  en su casa se para por un momento a calentar el café en el microondas si no se lo pone su mujer…. A ver quién le pone pegas a eso.!!




Eduardo Portillo Fernández ©.

 

 

EL CLIENTE SIEMPRE LLEVA LA RAZÓN


EL CLIENTE SIEMPRE LLEVA LA RAZÓN


Buenas tardes señores, ¿cuántos serían para comer?. Así es la forma más habitual de recibir a los clientes, con educación y respeto sin mirar la edad, la forma de ser o la forma de vestir, el mismo trato que debiéramos recibir nosotros.

Empezamos llevando la bebida, cuando se trata de vino es ahí donde se ve el cliente que quiere destacar de los demás intentando demostrar unos dotes sobre el vino del que no sabe ni el nombre. Nos hace descorchar la botella que más que guiarse por el nombre se deja llevar por su precio, económico y del que espera alardear delante de sus amigos. Servido el vino alza la copa e intenta ver su color olor y sus aromas,  y lo que no sabe es que es un vino de mesa peleón, aunque  para él es el mejor del mundo.

A la llegada de los platos nos sisea o nos llama como si llamase a un animal y todo ello porque dice que el vino esta caliente. ¿No estaba de su gusto al descorcharse?  No, ese no es el problema, es que ahí  sigue el despecho hacia nosotros y como quiere darse notar delante de sus colegas le echa la culpa al vino, al mismo que media hora antes le parecía maravilloso. Y nosotros nos tenemos que limitar a guardar silencio y entender lo que el cliente necesite. Pero lo que no saben que simplemente actuamos como él quiere que actuemos para creerse que es, por un momento, un marqués que jamás será.

La humildad es lo que a nosotros nos destaca porque siendo hosteleros también somos clientes y jamás ponemos pegas cuando vamos a cualquier restaurante o bar, porque somos lo que somos y tenemos lo que tenemos.

Es igual que a la hora de almorzar o a cenar, viendo las puertas entrecerradas pasan y piden sin dar ni si quiera las buenas tardes o las buenas noches, son las 4 y media de la tarde y pretenden entrar a comer, sin pensar que nosotros también tenemos casa, que también tenemos familia, y que por supuesto tenemos que descansar porque apenas cuatro horas después tenemos que volver para continuar con nuestro turno partido.

Pero no, eso no es así .Estamos para servir sea la hora que sea, ¿cómo puede preguntar alguien a las doce y media de la noche si la cocina esta abierta? ¿o si vamos a cerrar o no?, viendo por ellos mismos que el local apaga sus luces, que el personal recoge las mesas, que los cocineros se marchan para cambiarse. ¿Por qué no hacen lo mismo en la sucursal del banco a las dos menos 1 minuto de la tarde? Porque el que está sentado detrás de la ventanilla directamente te dice que no, y el que pregunta se marcha sin mediar palabra ni rechistar, ¿son trabajadores igual que nosotros, verdad? ¿es por ello que deberíamos ir vestido de traje y corbata para que nos respeten igual?, ¿por qué se respeta ese horario y el nuestro no?. ¿A quién no le han cerrado las puertas en más de un sitio por llegar 2 minutos antes de la hora de cierre siendo para arreglar algo de gran importancia?, y pese a ello, nos tenemos que dar la vuelta y volver en otro momento. ¿Por qué entrar en un bar a las doce y media de la noche no es de gran importancia?, ¿tenemos que atender y ser nosotros los que callamos la boca en vez del cliente?. ¿Y todo ello para qué? Para beber diez cervezas más mientras varios trabajadores miran el reloj ansiosos por marcharse,  pero para nosotros el cliente siempre lleva la razón , ¿verdad?.




Eduardo Portillo Fernández ©.

 

 

 

MAESTRO CORTADOR DE JAMÓN

 
 
 
MAESTRO CORTADOR DE JAMÓN
 
 
 
 




   Eduardo Portillo Fernández ©.

jueves, 11 de octubre de 2012

A ESA VIEJA ESCUELA







¿DÓNDE ESTÁ  LA VIEJA ESCUELA?





Como si de mi juguete  preferido de la infancia se tratase, así recuerdo la base de una auténtica hostelería. Recuerdos que me llenan de alegría de cómo poco a poco me formé en esta maravillosa profesión, que cada día me ha ido enseñando algo nuevo. No tuve libros que me mostraran lo que tenía que hacer ni carrera alguna que mostrase este camino, pero si unos maestros que a continuación cito:

Manuel Muñoz ,para mí siempre estará presente, esa manera de hablar tan particular y tanta facilidad para mostrarme cómo se hacían las cosas.

El primer día que lo conocí, ya me enseñó de qué manera se descorchaba una botella de vino, cómo presentarla antes de servirla y la mejor forma de  verter el vino en la copa sin que gotease en la mesa. También, me enseñó a pincear, desbrazar ,servir y como no, a montar una mesa perfecta. No tengo palabras para calificar a tal profesional.

Israel Pérez , qué decir de él, el mejor Maître que he tenido nunca, jamás vi a nadie limpiar un pescado como él. Cuchara y tenedor en mano,  no había Pargo ni Urta que pudiese resistirse a tan grande faena.

Miguel Ángel Palanco, experto con su paladar y su olfato, profesional a la hora de ofrecer un whisky o vender un vino.

Qué tiempos aquellos… unos verdaderos maestros de “viejas escuelas”.

Ahora entiendo por qué la mano dura y la constancia a la hora de enseñarnos como se debían realizar las cosas, de qué manera tratar a los clientes, de qué forma servir… y cientos de consejos que en más de una ocasión parece que los tengo tan cerca como en aquellos años, qué me hacen recordar cómo debe ser un gran profesional e intentar mejorar cada día.

No puedo entender como camareros que han estudiado la profesión en escuelas de hostelería, a la hora de ofrecer un servicio no están concentrados en realizar su trabajo lo mejor posible, por ejemplo como a la hora de marchar una comanda, o a la hora de pedir unos segundos sin haber marcado la mesa, o poner un café al cliente sin antes haber retirado el pan. Yo también cometo errores pero aprendo de ellos y cuando cito lo anterior es porque lo he visto y muy a menudo. Como el compañero que dice que es un profesional del gremio y se presenta de extra cobrando 10 euros la hora, primero hay que valerlo,  después demostrarlo. A ver si os enteráis que cada vez que se va a una mesa nunca se viene de vacío, no nos pagan por metro recorrido.

Valoro tanto todo lo que aprendí, que a más de un compañero le he podido dar consejos como los que me dieron a mí a la hora de trabajar y todo ello por esa maravillosa escuela, por la vieja escuela, esa que me ha hecho brillar en más de mil ocasiones y poder destacar entre muchas personas gracias a los cimientos que me dieron ellos.

¿Dónde está la vieja escuela? Porque al igual que en estos años he ido cogiendo lo mejor de cada compañero y poniéndolo en práctica, hay algunos que han tirado por tierra el maravilloso mundo de la hostelería y es tan fácil como atender, sin más,  de la manera que nos gustaría ser atendidos.

Muchas veces se califica a los camareros como trasnochadores y borrachos, poco aseados y de poca educación. Equivocados pensamientos sobre una de las profesiones más antiguas, lo que sí es cierto, que no todos son tan serviciales como otros pero no nos tachen a todos por igual, simplemente entender que gracias a los no profesionales, en este gremio no se nos respeta dignamente como merecemos.

Sin embargo, yo gracias a esa “vieja escuela” que tuve tengo que decir que jamás dejare de dar todo lo mejor de mí, porque es mi manera de agradecer a esos magníficos veteranos a los que admiro. El regalo que me hicieron enseñándome como disfrutar a la hora de dar un buen servicio.



Eduardo Portillo Fernández ©.

¿DÓNDE ESTÁ LA PROPINA?






¿DÓNDE ESTÁ LA PROPINA?
 

Sentado en la barra de un Pub tomando café con mi hijo e intercambiando palabras con mi amiga Carmen se me ocurrió esta idea, hablar de la propina, ella estaba de acuerdo haber que opináis ustedes;

No obligatoria en nuestra tierra pero agradecida cuando se recibe. Su recompensa  es por  la buena  atención demostrada durante el servicio y eso nos hace sentirnos más profesionales en la función que desempeñamos.

A veces nosotros mismos nos sorprendemos como un cliente a la hora de recibir su cambio se lleva  hasta las monedas de 2 céntimos y algunos ni si quieran se despiden. Como dije antes no es obligatoria la propina pero si una forma de agradecer  su paso por el establecimiento. Aquí es al contrario que en el extranjero donde desde el 10% hasta el 20% es lo que dejan los clientes a la hora de pagar  y la verdad sea dicha, a final de mes es una ayuda mas para nuestros ingresos.

Hay que decir también que en nuestro país cuando vienen los turistas siguen con las mismas costumbres que en su tierra y  se vuelcan con nosotros los hosteleros con respecto a la propina preguntando ellos mismos si va incluida en la factura o va a parte, increíble pero cierto, ¿alguien ha escuchado alguna vez que un cliente de aquí pregunte eso?. Más bien preguntan  por qué se le ha cobrado el pan y por que han de pagar las olivas que ellos mismos han pedido. 

No se trata de que nos den propina o no, simplemente que entiendan los clientes de aquí que si el extranjero sin apenas conocernos de nada y habiéndonos tratado una sola vez se vuelcan con nosotros, haced los de aquí lo mismo que nos vemos tú los días que  bastantes cosas y tonterías  os aguantamos para que encima cuando dejáis una propina lo hacéis como si fuera una limosna.

Un bar es el sitio más apropiado para deshacerse de esas moneditas de cobre que nadie quiere con lo fácil que es recompensar a quien nos ha atendido con una propina digna del servicio que hemos recibido. Porque no prueban a darle esas moneditas de céntimos a los guardacoches ilegales haber que os dicen, porque que yo sepa la gran mayoría de gente les suelta 1 euro aunque solo sea por aparcar 5 minutos y eso que no recibimos ningún servicio ellos porque en cuanto nos damos la vuelta ni están vigilando el coche. Es ahí donde quiero llegar y decir que por muy poco que nos merezcamos, dejen una propina agradeciendo el trato que hemos recibo, gracias.

CONFIDENTE Y PSICÓLOGO A LA VEZ





CONFIDENTE Y PSICÓLOGO A LA VEZ

 
 

Todos los días en el trabajo nos preparamos para vivir una experiencia nueva  para hacer de confidente o también de psicólogo. Nos encontramos detrás de la barra cuando vemos acercarse a una pareja habitual en el local, un matrimonio que frecuenta muchísimo donde nos encontramos trabajando, pero es que días después aparece este señor con una mujer que no es su pareja, bastante más joven que él y a la que por sus apariencias podríamos decir que su amante en todo regla. Nos asombra a nosotros mismo de que manera tratarlo porque es evidente que hasta el se queda sorprendido de nuestra reacciona no queda la cosa porque pasadas unas semanas vuelve aparecer este individuo,  ahora si es su mujer la que le acompaña y nosotros guardando la compostura y la educación nos dirigimos a ellos con un qué tal señores!!todo bien? que de tiempo sin veros, que les pongo para beber. Él asombrado contesta sin más y al mismo tiempo con una sonrisa entre dientes es su manera de agradecer el secreto que le guardamos. Hasta donde llega nuestra profesión? También tenemos que hacer de confidentes para matrimonios que buscan su felicidad fuera de su casa, parece que el morbo es lo que les mueve a actuar así, como si mostraran un trofeo delante de miles de personas, quiero decir con esto que se nos de nuestro sitio y nos respeten como nosotros los respetamos a ellos, o es que nada mas somos de su agrado para tapar una mentira que ellos solos no pueden mantener.

La psicología  es la disciplina que estudia los procesos psíquicos, incluyendo procesos cognitivos internos de los individuos, así como los procesos sociocognitivos que se producen en el entorno social, lo cual involucra a la cultura. El campo de los procesos mentales incluye los diversos fenómenos cognitivos, emotivos y conativos, así como las estructuras de razonamiento y racionalidad cultural. La carrera de psicología dura de 9 a 10 semestres según elijas tu carga curricular mas el tiempo que tarde tu titulación ya sea por tesis o por excelencia académica.

Y digo yo quien nos enseño a nosotros los camareros el ser psicólogo porque yo desde luego no lo he estudiado y  en muchísimas ocasiones ejerzo como tal.

Cuántas veces hemos estado trabajando y se han acercado unos clientes a la barra contándonos sus problemas íntimos, desde una discusión con un compañero de trabajo, un cercano divorcio o una noche loca con los colegas. Y a mí que? Yo tan solo estoy en mí puesto de trabajo para cumplir con mis obligaciones no para ser paños de lágrimas para nadie, porque a la hora de tratarnos cuando se encuentran entre colegas tan solos somos sirvientes o mejor dicho nos toman como sus sirvientes. Pues han de recordar que si un día nos pidieron ayuda cuando necesitaban que lo escuchasen  igual han de comportarse cuando se dirijan a nosotros, de la misma forma que nos contaron su vida con amabilidad y educación, o solo somos algo más que un simple hostelero para pedir consejos o tapar una infidelidad? Somos varias profesiones en una y ya es hora que se nos de nuestro sitio porque si todos hablásemos ardería Troya.



Eduardo Portillo Fernández ©.
 

A UN GRAN COMPAÑERO





Sentado en la barra de un bar observando el movimiento de un equipo de profesionales luchando por un servicio digno del cliente. Vienen y van sin dejar atrás ni siquiera el más mínimo detalle, cortesía, amabilidad y por supuesto la más fina hostelería. Vajillas y cuberterías adornan sus manos a la salida de cada plato, mantelerías cubren las mesas esperando ser acariciadas por los entrantes  que esperan los clientes, cuchillo y tenedor relucen frente al comensal esperando trinchar esa carne al gusto del consumidor. Convoy adorna el centro de la mesa después de haber bañado esa ensalada florecida en un bol con aromas de trufa y pétalos de rosa. Peanas de copas pisan el mantel mientras miran esa botella que va ha ser descorchada mientras un lito se desliza por su cuello para evitar el goteo. Fusión de enseres de hostelería danzando al compas de los pasos del profesional que los maneja, toda una obra de arte contemplada desde la barra del bar haciéndome sentir como el mejor espectador.

En este pequeño texto expreso de la mejor forma posible lo maravilloso que es el mundo de la hostelería  en el cual aprendemos cosas nuevas todos los días,  donde se ve el trabajo en equipo y como dice mi amigo Pepe; “más valen dos heridos que un muerto”.



Eduardo Portillo Fernández ©.

POMPAS DE JABÓN


Pompas de jabón.

 

Sueños de un trabajo luchado aportando de nosotros lo mejor en nuestra profesión, entregando en cada instante las ganas de emprender un camino con una meta triunfadora y cuando menos nos lo esperamos todas las ganas se nos van.

Despertamos y nos vemos en una cola interminable, gente de todos sitios y todas las edades con una carpeta bajo el brazo, dispuestos  a intentar conseguir un trabajo que nunca que nunca llega, el paro.

Días y días pasan con la ilusión que nuestro teléfono sonará requiriendo el servicio de nosotros, pero eso nunca llega., y los días pasan viendo como nuestras ilusiones van cayendo poco a poco.

Currículum llenos de líneas describiendo un poco de nuestro trayecto laboral  agolpados en el cajón de cada sitio en el que los dejamos.

Ni si quiera se pararon un segundo por ver que tal somos y que podemos aportar, no mereció la pena ni abrir el sobre donde lo entregamos y paso a ser un trozo de papel donde serviría para apuntar cualquier cosa o directamente pasaría a formar parte de ese montón de basura que se encuentra en una papelera.

A pesar de todo no dejamos de seguir esperando alguna llamada por poco que nos ofrezcan, pero nunca llega, ¿es que no tenemos ninguna oportunidad?

10 años desde la primera que nos sacamos la cartilla del paro, todavía no recuerdo la vez que me llamarón para una entrevista por parte de ellos, la espera se hace larga y las ilusiones eternas esperando que algún día suene ese teléfono requiriendo de nosotros.

Como pompas de jabón dura la ilusión por conseguir por lo que tanto luchamos, un trabajo que nos dé la oportunidad de tener una vida digna de nosotros y no prometan lo que nunca llegará..



Eduardo Portillo Fernández ©.

¿RICOS O MANGANTES?


¿Ricos  O Mangantes?



Vamos a comentar públicamente desde el punto de vista que lo veo y vivo yo:

A ustedes, a esos empresarios que vais por la vida con el disfraz de grandeza y no tenéis donde caeros muertos. Gracias a nosotros intentáis haceros grandes pero al mismo tiempo no nos llegáis ni a la punta del zapato. Haber cuando os enteráis que no es más rico el que más tiene si no el que menos necesita, y a nosotros la humildad nos sobra y  ustedes carecéis de ella. Es lamentable e indignante que profesionales como nosotros aceptemos trabajos por 4 ó 5 euros la hora haciendo las funciones de verdaderos maestros en nuestro gremio y mientras ustedes os llenáis los bolsillos a nosotros nos pagáis con limosna y aún así hasta nos días pares y nones para pagarnos. Aprender a ir por derecho y no prometer lo que no tenéis cojones de cumplir. Enterarse ya de una vez que la clientela vuelve gracias al servicio que nosotros les damos y no por la cara que tenéis ustedes, a no ser que sean los tres pelagatos y las cuatro o cinco lagartonas que se acercan por lo que pueden pescar de gratis. Más de un cliente tendría que enterarse como se tratan a los empleados y por las condiciones que trabajan, que seguro que estos empresarios que van por ahí de ricachones se iban a ver en la puta calle como nos vemos muchísimos de nosotros. Más vale que nunca se vean en nuestra situación porque muy lejos no iban a llegar, es fácil subir, difícil mantenerse y facilísimo caer así que nunca os veáis como mucho de nosotros porque entonces verán lo duro que es vivir con una miseria de sueldo que ellos mismos ofrecen, aprovechad ahora que tenéis donde elegir y a quien mangar pero tarde o temprano todo cambiará y lo errores se apoderaran de ustedes.

Qué vergüenza ir a dar un servicio de 4 horas que apenas llegan a 30 euros y tengamos que llorar para cobrar esa miseria. Venga ya !! Dejar de ir de señoritos y tratar al trabajador como merece que todos tenemos familia y necesidades. Tenemos que llenar el frigorífico, pagar hipoteca, luz, agua, manutenciones, el que las tenga, y por su puesto pasear y disfrutar de nuestros hijos. No pasear a 4 gorrones que siguen comiéndole el culo a ese empresario que vive y disfruta de la vida gracias a nosotros.

Va por ustedes, a esos mangantes que se quieren hacer grandes a costa de trabajadores humildes. ¿Dónde están esos inspectores de trabajo para ver los contratos que tienen la gran mayoría de empleados y en las condiciones que tenemos que aceptar para tener trabajo?. ¿O es que como en la gran mayoría de sitios se les pone a estos señores un platito de jamón y unas cañas y hacen la vista gorda?

Que hable quien se sienta aludido!!!!!

Así es!!!




Eduardo Portillo Fernández ©.